La prioridad
No sin cierta parsimonia, los detalles de la intervención fueron expuestos uno a uno. Después se habló de los riesgos: ¡No eran pocos!
Se habló por último de las condiciones en las que se continuaría... en el mejor de los casos: ¡No eran halagüeñas!
Hubo un silencio tangible seguido de una voz apagada:
“Usted Sálveme, después yo decido si quiero seguir viviendo o no”.
Urbanoscopio, Fernado Contreras.
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