martes, 18 de marzo de 2008

Despertar en Tinieblas, el alebrije de Diego.



"Linares no conocía a estas criaturas de formas satánicas y carne como de hule transparente, que brincaban bajo la niebla aposentada sobre el valle; pero aun antes de verlas las bautizó "alebrijes" porque así, "¡alebrijeeeee...!", sonaba el grito que los extraños seres lanzaban a coro, como lobos mirando a la luna.

El cartonero de la Merced logró escabullirse por entre los tentáculos de los alebrijes gracias a las 2 muchachas vestidas de blanco que recorrían el paraje tomadas de la mano, como impulsadas por la brisa, sus pequeños pies desnudos acariciando apenas la capa de niebla acumulada sobre el terreno;

—Mira, algunos no se han muerto —dijo una de las niñas. Entre ambas levantaron al postrado Linares y le indicaron el camino a seguir.

Sin mirar atrás, el cartonero descendió a tropezones una pronunciada pendiente, entró a su casa, se tendió en la cama y cayó en un sueño tan profundo como catalepsia. El hombre no sabe cuánto tiempo permaneció así; un día se levantó, semiciego, tan débil que no podía hacer otra cosa que pasarse las horas sentado al sol, a la puerta de su casa. Parecía un anciano y su cuerpo olía a ceniza.

Si el cartonero se salvó en aquella ocasión y hasta recuperó la juventud (era el año de 1930) fue gracias a uno de esos fotógrafos que iban de casa en casa ofreciéndose para amplificar y colorear fotos de parientes fallecidos."

Texto de Guillermo C. Aguilera Lozano

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