jueves, 26 de febrero de 2009

Otras escaleras

El cuento de Borges sobre el A Bau A Qu me recordó otras escaleras que me resultan igualmente míticas.
Las primeras están en el Camino del Inca en el tramo la Paso del Warmiwañusca, a 4200 m. El sendero sube mientras se va haciendo cada vez más angosto y el bosque desaparece, como para que el caminante no pierda de vista cual es la meta: el paso. Lo sorprendente es que justo después de pasarlo, el sendero de amplia de nuevo y el premio para iniciar la bajada es una hermosa escalinata prehispánica.




Las segundas son las del templo de Kukúlcan en Chichén Itzá, sobre las de que cada equinoccio desciende con toda parcimonia la serpiente emplumada de los Mayas. Esas no las baje con elegancia de serpiente, ni con el agradecimiento de las de Warmiwañusca. Las baje sentada, de una en una, acompañando a una señora que tubo un ataque de pánico mientras el marido nos veía desde abajo con cara de que-vergüenza… jajaja…


De las mexicanas si tengo fotos pero no las he escaneado, todavía eran los tiempos del papel . Las peruanas son otra historia: perdí la cámara apenas empezando el viaje. Lo cual me recuerda una vez que intente tomar fotos de un grupo de chamanes que visitaba la casa de mis tíos. Cuando comenté que ninguna de las fotos había salido alguien me recordó, con toda la condescendencia del caso, que probablemente no querían que los retrataran. Desde entonces me queda claro que la memoria del cuerpo, y a veces la del corazón, suelen ser más fieles y sutiles que las de un simple aparato.

Los créditos de las fotos estan aquí, aquí, aquí y aquí.







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