El cuento de Borges sobre el A Bau A Qu me recordó otras escaleras que me resultan igualmente míticas.
Las primeras están en el Camino del Inca en el tramo la Paso del Warmiwañusca, a 4200 m. El sendero sube mientras se va haciendo cada vez más angosto y el bosque desaparece, como para que el caminante no pierda de vista cual es la meta: el paso. Lo sorprendente es que justo después de pasarlo, el sendero de amplia de nuevo y el premio para iniciar la bajada es una hermosa escalinata prehispánica.




De las mexicanas si tengo fotos pero no las he escaneado, todavía eran los tiempos del papel . Las peruanas son otra historia: perdí la cámara apenas empezando el viaje. Lo cual me recuerda una vez que intente tomar fotos de un grupo de chamanes que visitaba la casa de mis tíos. Cuando comenté que ninguna de las fotos había salido alguien me recordó, con toda la condescendencia del caso, que probablemente no querían que los retrataran. Desde entonces me queda claro que la memoria del cuerpo, y a veces la del corazón, suelen ser más fieles y sutiles que las de un simple aparato.