viernes, 19 de marzo de 2010

Elogio de la mujer brava

Este artículo me lo envió una amiga esta mañana. Lo publicó Hector Abad en el 2005, creo que es una buena refrexión para quienes ya hace 5 años sabíamos que ser diferentes no nos hacia ni menos buenas ni más malas sino simplemente diferentes... ¡y orgullosas de serlo!

La foto la tomé de aquí.

Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Por: Héctor Abad

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar.. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, ¡sed de vida larga y de conocimiento!

domingo, 14 de marzo de 2010

El sueño de Heriberto.


Linda imagen para terminar el domino. Los espectáculos callejeros siempre me han gustado- Este estuvo un poco perdido en el espacio de la Plaza de la Democracia, pero entretenido. Esa luna velada, bailando con el viento me capturó la imaginación.
La foto es de otra presentación Des Quidams en Europa, pero el espectáculo es el mismo.

jueves, 11 de marzo de 2010

Un mantra para el amanecer



Mantra Gayatry

"oṃ bhūr bhuvaḥ svaḥ
tat savitur vareṇyaṃ
bhargo devasya dhīmahi
dhiyo yo naḥ prachodayāt"

"Tierra, espacio y Cielos
Ese dios del Sol adorable
en su luz de dios medito
meditando en aquél, nosotros nos entusiasmamos."

miércoles, 10 de marzo de 2010

El celular de Hansel y Gretel


Leí este post en el blog de Capricornio de Luz, investigando un poco encontré al autor. Confieso que soy una de esas heroínas perezosas... tal vez por eso me hizo tanta gracia.

El celular de Hansel y Gretel por Hernán Casciari

Anoche le contaba a la nieta Alejandrina un cuento infantil muy famoso, Hansel y Gretel. En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice justo en ese punto: 'No importa. Que lo llamen al papá por el móvil'.

Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura si el teléfono móvil hubiera existido siempre. Cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer y qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.

Piense el lector ahora mismo, en una historia clásica.

Muy bien. Ahora ponga un teléfono móvil en el bolsillo del protagonista. Un teléfono con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda. ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, chatear, hacer videoconferencias y enviarse mensajes de texto? Nooo, no funciona un carajo.

Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que Ulises regrese del combate y Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.

Un enorme porcentaje de las historias de veinte siglos atrás, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación. Existieron gracias a la ausencia de telefonía móvil.

Ninguna historia de amor hubiera sido trágica si los amantes hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa. La historia romántica Romeo y Julieta, basa todo su dramatismo en una incomunicación fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad. Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:

M HGO LA MUERTA,

PERO NO TOY MUERTA.

NO T PRCUPES NI

HGAS IDIOTCES. BSO.OK ?



Y las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían fundamento, no se hubieran escrito nunca, si hubiera existido la promoción 'Banda ancha móvil' del ICE.

Muchas obras importantes hubieran tenido que cambiar el nombre por otros más adecuados. Por ejemplo la novela de García Márquez "Cien años de soledad" se llamaría 'Cien años sin conexión' y narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick pero a nadie le funciona el messenger (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmorni g).

La famosa novela de James M. Cain -'El cartero llama dos veces'- escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría 'El gmail me duplica los correos entrantes' y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.

En la obra 'El jotapegé de Dorian Grey', Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.

La bruja del clásico 'Blancanieves' no consultaría todas las noches al espejo sobre 'quién es la mujer más bella del mundo', porque el coste por llamada del oráculo sería de 1,90¤ la conexión y 0,60¤ el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.

Todo el cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.

La telefonía inalámbrica nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.

Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora? No. Le enviaremos un mensaje de texto. Cuatro líneas con mayúsculas. Quizá le haremos una llamada perdida, y cruzaremos los dedos para que la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador.

Nuestras tramas están perdiendo el brillo porque nos hemos convertido en héroes perezosos.

miércoles, 3 de marzo de 2010

¡Presidenta, por favor!



Sí…, alguna gente insiste en que se debe usar “presidente”, pero en el diccionario Panhispánico de dudas, se dice que se puede utilizar presidenta, pues es de uso común en algunos países…

Es lo que siempre hemos dicho, a fuerza del uso repetitivo y de costumbre, el idioma va cambiando, pues la lengua es algo que vive: nacen nuevos conceptos (por uso frecuente) y mueren otros (por desuso)!

Además se trata de una oportunidad que no podemos dejar pasar! Sería el colmo que por primera vez tengamos una presidenta y le digamos presidente! Tiene un papel reivindicativo e ideológico, es posicionar y visibilizar lo que las mujeres hacemos y aportamos a esta sociedad, que dicho sea de paso nos cuesta mucho!

Hasta tenemos que “defender” el poder usar el término presidenta, que ya está aceptado por la Real Academia….

Los tiempos cambian, las mujeres ahora ocupamos puestos, posiciones y realizamos tareas que antes ni se imaginaban que una “dama” pudiera hacer: mecánica, doctora, abogada… (por cierto, por primera vez en la historia de Tiquicia, hay una mujer ocupando la presidencia del Colegio de “Abogados” y en la prensa han salido varias comunicaciones que dicen : Colegio de Abogados y Abogadas…. Podría decirse también Colegio de Profesionales en Abogacía o Colegio de Abogacía, o Colegio de Licenciatura en Derecho, qué se yo…? Es cuestión de utilizar lenguaje inclusivo….. a pesar de las resistencias y muchas veces de las propias mujeres, porque el Patriarcado es así, nosotras también fuimos socializadas en él, con sus mandatos y deberes.

¡Lo importante es darse cuenta y cambiar!

Saludos!

MSc. Vera Aguilar Cruz
ATL en Género
Proyecto FOMUDE



Estamos de acuero Vera, estamos de cuerdo. Los créditos de la foto estan aquí.